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martes, 31 de marzo de 2020

En la búsqueda de felicidad - Por Helmuth Harold Medina Bolaño



En la búsqueda de felicidad 
Por Helmuth Harold Medina Bolaño


Desde hace mucho, pero mucho tiempo hasta nuestros días, el hombre ha pretendido de manera obsesiva y desesperada encontrar uno de los tesoros más preciados, esquivos y codiciados, la Felicidad. En su búsqueda el hombre se sacrifica, se olvida de muchas cosas que son imprescindibles para su vida, se llena de otras tantas que son innecesarias, se inventa toda clase de artimañas, de teorías, pero aun así sigue siendo infeliz.
¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué es tan difícil ser feliz? Nos preguntamos constantemente sin obtener una pequeña luz que nos sirva de guía.
Por eso quisiera que analizáramos de manera natural esta situación sin pretender que las conclusiones a las que lleguemos sean aceptadas de manera absoluta, somos conscientes que es un tema denso pero lo iremos desglosando poco a poco, semana tras semana.
Un primer impedimento para encontrar la felicidad, desde mi punto de vista está, en el mismo momento  en que comenzamos afanosamente su búsqueda. ¿Cuándo buscamos algo? Cuando no lo tenemos o se nos ha perdido; pero sucede que en cada uno de nosotros habita la felicidad, no la hemos perdido, está en nosotros, forma parte de nuestra propia naturaleza, pero hay tanto polvo empañándola que no logramos verla ni mucho menos sentirla. Queremos ser felices, nos trazamos esa meta, ahora para alcanzarla emprendemos una ardua labor llena de esfuerzos y el esfuerzo solo surge cuando no fluimos espontáneamente, porque cuando eres feliz solamente fluyes cuando eres auténtico las horas pasan volando no sientes calor ni frio, no sientes hambre ni sed, pero cuando haces algo con lo cual no vibras tienes que hacer un gran esfuerzo para poderlo hacer, te aburres, te cansas, comienzas a sentir  tensión, stress.
El hombre se ha olvidado que la semilla está en su interior y que solo hay que dejarla germinar, se ha empeñado en querer encontrarla a sus alrededor, en su exterior apegándose a una infinidad de objetos y procesos para al final terminar nuevamente vacío e infeliz.
Cuando somos niños queremos ser grandes, cuando somos adultos ser niños, a muchas personas las he escuchado decir ¡el día que tenga dinero mi vida va a cambiar, seré feliz!, hay que sacrificarse para disfrutar en la vejez, el día que mis hijos estén estables disfrutaré, y de esa manera va transcurriendo sus vidas sin pena ni gloria.
Reducimos nuestra felicidad a motivaciones externas, tenemos que salir para no aburrirnos para sentirnos bien, compramos cosas para estar satisfechos, nos tomamos unos tragos para olvidarnos de las tristezas, y así en más. Cuando necesitamos  de todas esas cosas para sentirnos bien  es porque somos infelices y para no aceptarlo tratamos de cubrir el bache de cualquier manera; Pero cuando ya somos felices y nos da por salir con alguien de nuestro agrado nuestra felicidad aumenta, si nos vestimos bien nos sentimos doblemente bien y si nos toca estar solos también disfrutamos de ese bello momento.

Lamentablemente no nos permitimos ser felices porque pasamos nuestra vida encadenados por nuestro pasado y angustiados por nuestro futuro no disfrutamos el presente, no vivimos el ahora que es el lugar donde reina soberana la felicidad, nuestra mente vive del recuerdo de aquello que fue, sufrimos por el recuerdo de las cosas bellas del pasado lo cual se llama nostalgia, sufrimos por los errores del pasado que nos atormentan qué es el conocido sentimiento de culpa o  remordimiento de conciencia, sufrimos por lo que nos hicieron, también sufrimos por aquello que fue y que hoy ya no es. En fin, siempre encontramos justificaciones en nuestro pasado para ser infeliz. 
En el otro extremo nuestra mente se centra en el futuro el cual es siempre incierto, y por el cual también sufrimos porque nos produce ansiedad, nos vemos constantemente perturbados por un estado de inquietud, agitación y zozobra, sufrimos porque damos por sentado, hechos que aún no han sucedido, nos desesperamos por lo que va a suceder, nos imaginamos continuamente tragedias, ¿Cómo podemos ser felices así? Nos olvidamos que solo tenemos el presente, el ahora, el hoy. El ayer ya fue el mañana quien sabe cómo será.
Por eso para ser feliz primero debemos estar en armonía con la existencia, ser auténticos, sinceros con nosotros mismos, tenemos que terminar la farsa, dejar de huir, finalizar la lucha y fluir al compás de la olas que trae el océano la vida. Cuando dejamos de quejarnos, cuando abandonamos la búsqueda, cuando acabamos con el esfuerzo por estar contentos y satisfechos, la felicidad toca nuestra puerta, sin percatarnos entra de la mano de los rayos del sol por las rendijas de la ventana, entonces nos damos cuenta que siempre ha estado allí, esperándonos sin que le permitiéramos entrar.




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